La Red Social, la reciente película que cuenta la historia de los fundadores de la página social Facebook, nos recuerda el impacto de las conexiones en línea y la complejidad de las relaciones interpersonales en el mundo de hoy. El número de amigos en Facebook representa para muchos la preciada habilidad de comunicarse efectivamente con mucha gente, una medida de éxito en el mundo de hoy. Con esto en mente, resulta interesante preguntarse si el cerebro responde a indices de socializacion como lo hace a indices de otras clases, como el desarrollo motriz en el caso de los músicos. La amígdala, una pequeña estructura con forma de almendra en el cerebro, está involucrada en funciones interpersonales como memoria y reconocimento facial. ¿Podría el tamaño de la amígdala predecir la habilidad de formar lazos sociales en la forma del número de amigos de Facebook y la eficacia de las relaciones en línea como lo sugiere el artículo publicado en NatureNeuroscience el mes?
El artículo de Kevin Bickart -un compañero de doctorado en Boston University- y un equipo de investigadores del Massachusetts General Hospital y Northeastern University en Boston, muestran que, en los seres humanos, el tamaño de la amígdala está correlacionado con el tamaño y la complejidad de las redes sociales (no solo en linea, si no redes sociales en general). Para establecer el índice de socialización, los investigadores pidieron a 58 voluntarios listar el número de contactos que mantienen (índice de tamaño) y el número de grupos a los que pertenecen estos contactos (índice de complejidad). Con el uso de técnicas no-invasivas de imagen de resonancia magnética (IRM), el equipo examinó el volumen de la amígdala y otras regiones del cerebro y encontró una fuerte correlación del volumen de ésta con las medidas de socialización.
En el mundo cibernético de hoy los contactos cercanos son un concepto difícil de definir (de hecho el artículo no lo hace). Algunas personas se limitan a un pequeño grupo de amigos y familiares, mientras que las estrellas de rock tienen miles de contactos en sus listas. Sin embargo, el usuario promedio de Facebook tiene 130 amigos, lo que es comparable con el número de personas en contacto cercano que había antes de la era de Facebook y el número que predicen algunos estudios de sociología. Esto significa que la herramienta de socializar en línea no ha aumentado el número de relaciones que una persona puede mantener activamente sino, más bien, la distancia física entre el usuario y sus amigos. Antes, todos los amigos se encontraban en una zona geográfica pequeña, mientras que ahora pueden residir en cualquier parte del mundo.
Sin embargo, si el tamaño de la lista de contactos no ha cambiado mucho con Facebook, la complejidad de las redes posiblemente sí. El número de grupos a los que pertenecen los contactos de un usuario puede ser igual al mismo número de contactos. Si tenemos en cuenta que nuestra capacidad de hacer amigos se limitaba a nuestras actividades diarias, entonces el número de grupos estaba restringido a la escuela, el trabajo, la familia y uno que otro hobby. Por otro lado, en Facebook la gente puede estar en contacto activo con personas en cualquier contexto ya que la restricción física no es un problema. Ahora, ¿hace esto que la red sea más o, por el contrario, menos compleja? De acuerdo al criterio del artículo, sería más compleja porque el número de grupos es mayor. Sin embargo, en este caso los amigos no estarían relacionados entre sí y no interactuarían unos con otros, lo que haria que las relaciones del usuario con cada persona fueran mucho más simples, cosa completamente contraria a lo que ocurre en los pueblos pequeños, por ejemplo.
La respuesta en cuanto al nivel de complejidad de las interacciones es impredecible, pero el presente estudio podría ayudar a responder estas inquietudes. El artículo sitúa los resultados en un contexto evolutivo en el que la presión de vivir en grupos sociales ha seleccionado naturalmente cerebros más grandes y complejos, una idea llamada "hipótesis del cerebro social". En concreto, los estudios comparativos con primates no-humanos indican que la amígdala y sus conexiones con otras regiones del cerebro se han desarrollado para mantener estilos de vida social más complejos. Es más, según el estudio de Bickard, la amígdala demuestra diferencias no-evolutivas que responden a la complejidad de redes sociales entre las personas de la misma época. Si esto es verdad, entonces la amígdala reflejaría la presión de relaciones sociales complejas, producto de las exigencias de un mundo globalizado, y con el análisis de su tamaño sería posible mostrar una dicotomía entre las generaciones de usuarios de internet o incluso de Facebook. Además, sería posible determinar si el tipo de relaciones a través de redes sociales en Internet son, de hecho, una fuerza impulsadora o, por el contrario, una herramienta de selección artificial para obtener relaciones interpersonales más numerosas pero más simples.
Sin embargo, los resultados del artículo deben ser considerados cuidadosamente ya que las correlaciones no dicen nada acerca de la dinámica de la interacción: ¿Una amígdala más grande conlleva a contactos más amplios y complejos?; o, ¿tener más amigos aumenta el tamaño de la amígdala?; o ¿la asociación es simple casualidad?. Además, otras características individuales de las interacciones sociales, como la memoria, la empatía y el reconocimiento facial, pueden, independientemente, ser la influencia que genera amígdalas más grandes. A pesar de que el artículo tiene una interpretación y discusión de resultados bastante reducida, el estudio muestra claramente la relación entre el tamaño de la amígdala y las redes sociales y abre las puertas a variadas investigaciones, desde los efectos de páginas sociales en Internet hasta enfermedades que afectan la capacidad de relacionarse socialmente como el autismo.
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