Feb 10, 2011

Trabajo de Campo con los Micos del Amazonas

Con el propósito de educar al público acerca del trabajo de campo de algunos científicos, el periódico New York Times, dedica un espacio en su publicación en línea para que los científicos escriban sobre sus descubrimientos, aventuras y desventuras en la forma de un diario durante sus excursiones de campo. Desde principios de este año, el primatólogo Anthony Di Fiore de New York University ha venido escribiendo acerca de su expedición a la Reserva de Yasuní en la Amazonia Ecuatoriana donde conduce sus investigaciones en socio-ecología comparativa de primates desde 1994.

En una serie de artículos, Dr. Di Fiore inicia sus relatos con la descripción de su viaje número 25 que se origina en la ciudad de Nueva York hacia Quito. De allí bajan en avioneta a la ciudad de Coca (sobre el nivel del mar), y después de un paseo en lancha, un revelo en camión a otro rio y, finalmente otro viaje en canoa, se internalizan en  el corazón del bosque tropical del Amazonas donde está el campamento de la Reserva. Al final, sus crónicas concluyen con las historias de los miembros del campamento comparando sus heridas y malestares después de vivir en la jungla por varias semanas.

En varios de los artículos publicados en las últimas semanas en el periódico, el autor describe los pormenores del trabajo de campo de la biología tropical, las caminatas y encuentros furtivos con los animales. En particular, Dr. Di Fiore estudia la genética de población de los micos araña y  las interacciones sociales entre grupos y entre individuos. Según el, “asombrosamente los micos araña, junto con los chimpancés y los humanos, son los únicos primates que muestran agresión deliberada e intensa contra otros grupos de machos rivales”, y esto los hace un modelo especial de investigación. En este último viaje, él junto a sus estudiantes lograron colocarles unos collares a varios micos después de perseguirlos por horas y por varios kilómetros de distancia. Los collares son parte de una tecnología para ubicar, seguir y estudiar el comportamiento social de los animales por telemetría radial y satelital, en donde las coordenadas y otros datos recogidos por los collares pueden ser transferidos a los computadores de los investigadores a unos cuantos metros de distancia. Por ejemplo, un par de animales a los que se les ha puesto el collar son dos machos, padre e hijo, y unas de las preguntas que los científicos buscan responder es acerca del tiempo que los animales relacionados pasan juntos, si colaboran entre si al buscar alimento o cuando buscan pareja, y si estas interacciones son diferentes entre machos del mismo grupo pero sin vínculos filiares. 

Como los artículos están escritos con el fin de llegarle l, al público, su lenguaje es informal e invita a la gente a compartir sus opiniones. Al final de cada entrada están los comentarios de los lectores y en estos se encuentran historias tan interesantes como los artículos mismos. La gran mayoría de opiniones son mensajes de felicitación y motivación, provenientes de amantes de la ciencia y la aventura. Otros mensajes son de primatólogos que cuentan sus propias experiencias en el campo y celebran la existencia de la nueva tecnología de los collares, ya que para ellos la manera tradicional de observar a los micos era sentarse bajo la lluvia o perseguirlos en medio de la jungla por meses hasta perderlos de vista. Por último, hay un número reducido de mensajes que demuestra su desacuerdo con estudios de esa índole, ya sea por preocupación por los animales y su hábitat o por no encontrar un propósito valioso en la investigación. Por estos últimos comentarios es que me motivé a enumerar las razones por las que considero esta clase de estudios de un valor inmensurable.

Primero, siendo un investigador en el área de neurociencia, tengo que afirmar que los micos son el mejor modelo para estudiar la evolución del comportamiento cognitivo de los humanos. Aunque compartimos un ancestro común con los micos araña y otras especies del “nuevo mundo” de más de 16 millones de años, estos manifiestan una estructura social relativamente variada, y semejante a la de los homínidos. Por otro lado, en el ámbito ecológico, el estudio de estas especies despliega toda una serie de ideas para de conservación del ecosistema. Por ejemplo, los caminos por los que los micos se mueven diariamente tienen en común ciertos árboles de los que ellos se alimentan y, curiosamente, también es donde se encuentran el mayor número de semillas en las heces de los animales. Es decir, los micos tienen la función de ser dispersores de semillas, así como los insectos lo son del polen. Información sobre estos patrones son de gran ayuda a la hora de tomar decisiones acerca de áreas de conservación y desarrollo.

Por último, al integrar los mejor de los grupos implicados en estos estudios se garantiza el compromiso y validez de las investigaciones. Los equipos extranjeros con su motivación y tecnología sumados al conocimiento y preocupación de grupos de científicos y gentes locales cercioran que tanto los animales como la comunidad nativa no se vean afectados, así como que la ciencia progrese de manera eficiente y responsable. 

Nota: En el rio Amazonas en la región Colombiana está ubicada la Isla de los Micos. Esta isla fue fundada por el griego-americano Mike Tsalikis, quien era conocido en los 60s por sus historias de luchador de anacondas y de coleccionador de animales; hoy, más conocido por sus cargos de traficante de animales y de droga. Aparte de las historias sobre este personaje, la isla, ahora bajo la jurisdicción del Gobierno de Colombia y manejada por un hotel local, es la residencia de millones de especímenes biológicos y  más de 5000 micos de varias
especies.  

La mayoría de la información disponible en Internet acerca de la isla se refiere a paquetes de ecoturismo disponibles. Además, hay denuncias por los miles de primates que salen de allí para abastecer la investigación del científico colombiano Manuel Elkin Patarroyo. Sobra decir que la fuente de esta información es tan informal como cualquier acusación hecha en internet sin documentación apropiada; y además, que las referencias a investigaciones formales son inexistentes. 

La Isla de los Micos es un paraíso para la investigación ecológica y biológica. En especial, el estudio genético de los micos es de un valor inmenso ya que los animales han estado segregados por más de 30 años. Si alguien tiene más información relacionada con los estudios académicos que se realizan en la isla, agradecería inmensamente los datos.


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