La arqueología no es exactamente mi área de estudio. Es más, estoy lejos de entender las particularidades de los objetos que son encontrados y su significancia en la historia. Sin embargo, me es imposible no comentar acerca de la disputa que se ha llevado a cabo entre la Universidad de Yale y el Gobierno Peruano por unos objetos que fueron excavados hace casi 100 años y que han estado bajo el poder de la universidad por todo este tiempo.
Los objetos fueron hallados por el arqueólogo Hiran Bingham de la Universidad de Yale cuando entre 1912 y 1916 se encontraba haciendo trabajo de campo en los alrededores de Cuzco. Con la ayuda de gentes locales y después de caminar por horas con la ayuda de machetes para limpiar la vegetación, Bingham encontró las ruinas de una ciudad perdida de los Andes, Machu Picchu. La magnífica ciudad Inca es considerada hoy una de las siete maravillas del mundo y uno de los centros arqueológicos de mayor valor. Con la financiación del National Geographic Society y la Universidad de Yale, el científico se dedicó a incursionar la zona, limpiar de vegetación la ciudad y en el camino, catalogar miles de objetos que encontró en la ciudad de piedra a más de 3.500 metros sobre el nivel del mar. Como parte de sus investigaciones, Bingham también coleccionó cerca de 46.300 piezas encontradas en Machu Picchu que fueron empacadas y mandadas a la Universidad de Yale para su estudio bajo el consentimiento del gobierno peruano de la época.
Los objetos, en su mayoría cerámicas, huesos animales y algunos restos humanos, fueron depositados en el Museo Peabody de Historia Natural en Yale y estudiado por generaciones de científicos. Además, Dr. Bingham es considerado como el descubridor de Machu Picchu y célebre divulgador de la cultura Inca; por este motivo, el Gobierno Peruano lo invitó a la inauguración de una carretera que hace más fácil el acceso a la ciudad Inca y que lleva el nombre del científico en su honor.
Algunos de los objetos fueron devueltos a Perú en 1920, pero la Universidad de Yale conservó una mayoría de ellos reclamando su "título jurídico sobre ellos". Bajo el gobierno de Alejandro Toledo, de 2001 a 2006, el gobierno de Perú busco asiduamente la devolución de la totalidad de las piezas con el argumento de que el permiso de extraer las piezas era por un tiempo finito y exclusivamente para su estudio arqueológico. Además, el "reencuentro con la cultura Inca" era uno de los programas cumbres de su candidatura y la devolución de las piezas era su prioridad. Después de arduas conversaciones en las que Yale proponía compartir los objetos, las negociaciones se hundieron hasta el 2007. El actual presidente de Perú, Alan García, continuó la petición y por medio de presión internacional que incluyó una carta al Presidente de Estados Unidos ,Barack Obama, y a la National Geographic Society, la universidad de Yale finalmente aceptó la devolución de los objetos bajo condiciones que preservaran su derecho al estudio de las mismas.
Después de la larga disputa, el pasado 14 de Febrero finalmente fue firmado el acuerdo para la creación del Centro Internacional para el Estudio de Machu Picchu y la Cultura Inca. Este acuerdo cierra el desacuerdo entre la Universidad de Yale y la Universidad Antonio Abad de Perú por medio del convenio para la construcción de un centro dedicado a la exhibición, conservación y estudio de la colección de objetos extraída de Machu Picchu, que asegura que las mejores piezas serán exhibidas debidamente en museos y el resto estará disponible para su estudio científico no solo por científicos de Yale, sino del mundo entero.
Es difícil comprender las razones que llevaron a una polémica de tantos años, pero considero que la difícil situación se debió a la naturaleza divergente de los intereses de ambas partes. Por un lado, la motivación del gobierno peruano nació de una propuesta política de encuentro cultural que concentró sus energías en piezas que ya estaban a salvo. Además, ya se servía el propósito de dar a conocer al mundo la cultura Inca por medio de exhibiciones que el museo de Yale venía haciendo. Y por el contrario, la otra clase de repatriación cultural que incluye los miles de objetos que son saqueados por turistas anualmente nunca ha sido contemplada.
Por otro lado, la resistencia de la Universidad de Yale a entregar los objetos respondía no sólo a los intereses netamente científicos, sino también al orgullo de la institución y la protección del honor del profesor Bingham. Sus argumentos se fundaban en documentación relacionada con los permisos para excavar y sacar piezas de Perú que cambiaron en los años previos y subsecuentes a los viajes del arqueólogo, pero que fueron completamente inválidos frente a las premisas que denominaban las piezas en calidad de préstamo a Yale.
Personalmente celebro que el acuerdo haya favorecido la ciencia y la cultura, pero quisiera destacar que no es la primera vez que los extranjeros están interesados en la cultura y recursos naturales de Latinoamérica para su estudio y divulgación. La iniciativa peruana tiene mucha validez, pero la protección de nuestra historia no es pelearle a los extranjeros. Por el contrario, a las investigaciones extranjeras se debe el descubrimiento de sitios arqueológicos, miles de nuevas especies y el establecimiento de centros de investigación in situ. La manera de preservar nuestra cultura es protegiendo los recursos y fomentando la investigación y educación, no sólo de nuestros antepasados, sino también de nuestra gente de hoy. Es un gran error mostrar a Perú u otro país de Latinoamérica como una colección de templos y objetos hechos por una cultura que habitó esos territorios en el pasado. A poner como prioridad las piedras y ollas, se incurre en la terrible injusticia de quitarle importancia a los humanos de hoy, su gran potencial y, peor aún, los recursos para desarrollarse como una buena sociedad.
Los objetos fueron hallados por el arqueólogo Hiran Bingham de la Universidad de Yale cuando entre 1912 y 1916 se encontraba haciendo trabajo de campo en los alrededores de Cuzco. Con la ayuda de gentes locales y después de caminar por horas con la ayuda de machetes para limpiar la vegetación, Bingham encontró las ruinas de una ciudad perdida de los Andes, Machu Picchu. La magnífica ciudad Inca es considerada hoy una de las siete maravillas del mundo y uno de los centros arqueológicos de mayor valor. Con la financiación del National Geographic Society y la Universidad de Yale, el científico se dedicó a incursionar la zona, limpiar de vegetación la ciudad y en el camino, catalogar miles de objetos que encontró en la ciudad de piedra a más de 3.500 metros sobre el nivel del mar. Como parte de sus investigaciones, Bingham también coleccionó cerca de 46.300 piezas encontradas en Machu Picchu que fueron empacadas y mandadas a la Universidad de Yale para su estudio bajo el consentimiento del gobierno peruano de la época.
Los objetos, en su mayoría cerámicas, huesos animales y algunos restos humanos, fueron depositados en el Museo Peabody de Historia Natural en Yale y estudiado por generaciones de científicos. Además, Dr. Bingham es considerado como el descubridor de Machu Picchu y célebre divulgador de la cultura Inca; por este motivo, el Gobierno Peruano lo invitó a la inauguración de una carretera que hace más fácil el acceso a la ciudad Inca y que lleva el nombre del científico en su honor.
Algunos de los objetos fueron devueltos a Perú en 1920, pero la Universidad de Yale conservó una mayoría de ellos reclamando su "título jurídico sobre ellos". Bajo el gobierno de Alejandro Toledo, de 2001 a 2006, el gobierno de Perú busco asiduamente la devolución de la totalidad de las piezas con el argumento de que el permiso de extraer las piezas era por un tiempo finito y exclusivamente para su estudio arqueológico. Además, el "reencuentro con la cultura Inca" era uno de los programas cumbres de su candidatura y la devolución de las piezas era su prioridad. Después de arduas conversaciones en las que Yale proponía compartir los objetos, las negociaciones se hundieron hasta el 2007. El actual presidente de Perú, Alan García, continuó la petición y por medio de presión internacional que incluyó una carta al Presidente de Estados Unidos ,Barack Obama, y a la National Geographic Society, la universidad de Yale finalmente aceptó la devolución de los objetos bajo condiciones que preservaran su derecho al estudio de las mismas.
Después de la larga disputa, el pasado 14 de Febrero finalmente fue firmado el acuerdo para la creación del Centro Internacional para el Estudio de Machu Picchu y la Cultura Inca. Este acuerdo cierra el desacuerdo entre la Universidad de Yale y la Universidad Antonio Abad de Perú por medio del convenio para la construcción de un centro dedicado a la exhibición, conservación y estudio de la colección de objetos extraída de Machu Picchu, que asegura que las mejores piezas serán exhibidas debidamente en museos y el resto estará disponible para su estudio científico no solo por científicos de Yale, sino del mundo entero.
Es difícil comprender las razones que llevaron a una polémica de tantos años, pero considero que la difícil situación se debió a la naturaleza divergente de los intereses de ambas partes. Por un lado, la motivación del gobierno peruano nació de una propuesta política de encuentro cultural que concentró sus energías en piezas que ya estaban a salvo. Además, ya se servía el propósito de dar a conocer al mundo la cultura Inca por medio de exhibiciones que el museo de Yale venía haciendo. Y por el contrario, la otra clase de repatriación cultural que incluye los miles de objetos que son saqueados por turistas anualmente nunca ha sido contemplada.
Por otro lado, la resistencia de la Universidad de Yale a entregar los objetos respondía no sólo a los intereses netamente científicos, sino también al orgullo de la institución y la protección del honor del profesor Bingham. Sus argumentos se fundaban en documentación relacionada con los permisos para excavar y sacar piezas de Perú que cambiaron en los años previos y subsecuentes a los viajes del arqueólogo, pero que fueron completamente inválidos frente a las premisas que denominaban las piezas en calidad de préstamo a Yale.
Machu Picchu 1911 Fotografía tomada por equipo de Bingham |
Mi sobrino en nuestro viaje a Machu Picchu en 2007 |