Aug 24, 2011

Naturaleza Primate: ¿Egoísta o Solidaria?

Diagrama del aparato para medir altruismo
La afirmación que dice que “los humanos son malos por naturaleza” es una de esas creencias difíciles de refutar. Aunque es verdad que la historia de la humanidad está manchada por guerras y atrocidades; también es verdad que los humanos son el grupo social más extenso y complejo del planeta. Los humanos coexisten en todos los espacios posibles y bajo las condiciones más variadas, relativamente en continua paz. Las expresiones de empatía son actividades normales del día a día y el sufrimiento del otro es, por lo general, intolerable,  y el peor castigo para un humano es privarlo del contacto de otros de su especie.  Estos ejemplos resumen una naturaleza que, a pesar de los conflictos, siempre necesita una comunidad, trata de mantener un ambiente pacífico y busca el retorno a la armonía.

Desafortunadamente, la ciencia se ha ocupado en la mayoría de los casos por probar las ideas originales del homo homini lupus (el hombre es lobo para el hombre), en vez de estudiar los mecanismos de reconciliación y tolerancia. Como cualquier otra característica en los humanos, el comportamiento pude ser estudiado en un contexto evolutivo y la manera de empezar a entender nuestra naturaleza es mirar sus orígenes en los otros primates de hoy, y en particular en los chimpancés y bobonos.

En cuanto a los chimpancés, las historias anecdóticas de algunos investigadores demuestran que igual que los humanos, hay grandes expresiones de colaboración y tolerancia entre los miembros de un grupo. Sin embargo, estudios controlados reafirman la fama de los chimpancés en cuanto a que son indiferentes hacia el bienestar de su clase. En la mayoría de experimentos en los que se examina el comportamiento prosocial de los chimpancés, estos fallan en reconocer las necesidades de los otros, a menos que haya comunicación directa solicitando ayuda. Por el contrario, los bobonos, otro género de simios también cercano a los humanos, muestran  una “generosidad impresionante”. De estos animales es que se dice que aprendimos a “hacer el amor y no la guerra” por su característica manera de convivir en medio de afectos físicos. Inclusive los micos capuchines, tamarins y macaques,  que son mucho más lejanos a los humanos en escala evolutiva, también demuestran un sentido de altruismo significativo en el mismo tipo de experimentos.

Los humanos se encuentran en la cima cuando de colaboración se trata: es común que los humanos ayuden a sus semejantes (y a otras criaturas) sin recibir nada a cambio, y en ocasiones en contra de su propio bienestar. Entonces, ¿por qué los chimpancés parecen estar en tan desacuerdo? Algunos sugieren que esta es una característica exclusivamente humana  y corresponde a una decisión racional en la que si hay un beneficio de ayudar al otro es porque a cambio se recibe prestigio, admiración y otros beneficios sociales. Sin embargo, otros científicos proponen que el altruismo humano es una continuación de un comportamiento básico presente en otros animales (por ejemplo en la relación madre-hijo), que está más desarrollado en primates y que los humanos han perfeccionado al punto en que vivimos hoy. 

Las observaciones anecdóticas son abundantes. Por ejemplo hay videos de chimpancés ayudando a niños en los zoológicos y Jane Goodall, una reconocida  primatóloga que ha estudiado simioss en Gombe, Tanzania por las de 45 años, llenó libros completos con sus observaciones de chimpancés ayudando a otros en la selva. Sin embargo, en la comunidad científica estas anécdotas sirven para originar las preguntas, pero los experimentos controlados son necesarios para obtener conclusiones contundentes. Con un método modificado de la mayoría de estudios, Frans De Waal y su equipo de Yerkes National Primate Center en un artículo reciente publicado en PNAS muestra por primera vez evidencia de la naturaleza cooperativa y altruista en los chimpancés. 

La manera tradicional de examinar este tipo de comportamiento en los primates es mediante un aparato complejo en el que el animal tiene que oprimir un botón o palanca que significa “decisión egoísta” para recibir un premio, y otro botón para la “decisión solidaria” en la que ambos, el protagonista y su compañero reciben un premio. Usualmente los animales se encuentran separados por barreras de vidrio o a varios metros de distancia y les es imposible interactuar. Este paradigma ha  probado ser muy complicado ya que una vez el animal escoge uno de los botones, es difícil que cambien su preferencia. Esto ocurre debido a que él siempre recibe un premio independiente del botón que oprima, y como no está en contacto con su compañero, las consecuencias de sus decisiones no parecen importarle.

El método alternativo de de Waal consiste en que los chimpancés reciben un balde llenos de 30 monedas de dos colores: 15 de un color que significa “decisión egoísta” y 15 de otro color que significa “decisión solidaria“. Después, el investigador le pide una moneda al chimpancé protagonista y dependiendo del color escogido, él solo, o él y su compañero que está sentado junto a él (aunque separados solo por una malla) reciben un premio que está envuelto en un papel celofán que suena al ser manipulado.  De esta manera, el método asegura que ambos animales pueden comunicarse, y ambos ven (y escuchan) las consecuencias de las decisiones del que escoge la moneda. La idea de envolver los premios comestibles ayudan a que los animales no estén distraídos por la presencia de un comestible al tomar la decisión de la moneda.

Después de modificar el diseño del método para examinar a los chimpancés, fueron tenidos en cuenta otros factores que influencian significativamente el comportamiento de los animales, como el rango social, familiaridad del compañero, y previa experiencia. En conclusión, los investigadores encontraron que cuando las decisiones requieren el mismo esfuerzo, los chimpancés deciden ser solidarios la mayoría de las veces. Sin embargo, el comportamiento del compañero que recibe tiene una influencia determinante en la decisión del protagonista. Así, si el compañero llama la atención con sonidos o mirando pasivamente, su probabilidad de obtener un premio (67%) es mucho más altas que si su comportamiento es neutral (60%). Sin embargo, si el compañero actúa más agresivamente como extendiendo su mano para rogar, tirando papeles o haciendo piruetas, el chimpancé protagonista toma la decisión más egoísta el 55% de las veces. Es decir, ambos chimpancés entienden perfectamente las consecuencias de la elección de las monedas, y además el chimpancé con el poder de escoger responde de una manera negativa a la presión del compañero. Mi interpretación antropológica, la cual hayo bastante oportuno en este caso, es que si el chimpancé decide compartir, es por la pura generosidad y al ser presionado, le quita buenas intenciones intrínsecas al protagonista. Otra alternativa, es que simplemente es molesto tener a alguien rogando por comida al lado.

Esta investigación demuestra que los paradigmas que se usan para estudiar el comportamiento animal son cruciales para encontrar resultados claros. Para poder realizar buenos experimentos en comportamiento es necesario tener en cuenta todos los parámetros posibles y tratar de pensar cómo lo hace el animal y no como lo haría un humano, pero ya que esto es imposible, la sensibilidad de los investigadores y los años de experiencia compartiendo con la especie pueden hacer grandes diferencias.

Los resultados de esta investigación demuestran que existe una naturaleza solidaria en los chimpancés contraria a  la creencia común que a estos animales no les importa el bienestar de los otros. Si es cierto que las motivaciones principales son el territorio, la comida y el sexo; pero es imposible ignorar que, al igual que los humanos, son animales sociales, cooperativos, sensibles a la injusticia y la mayoría de las veces, pacíficos. Al parecer, esas características no son exclusivas de nuestra especie, sino que, como propone de Waal, si bien los humanos son los maestros de la cooperación, esto ocurre porque lo perfeccionaron de bases altruistas existentes en otros animales. Es hora de que la suposición acerca de la naturaleza humana que es comúnmente usada en debates de sociedad y política, sea validada por la investigación biológica y en vez de repetir a Hobbes en que “el hombre es un lobo para el hombre”, empecemos a aceptar que también es nuestra naturaleza el reconciliarnos y ayudarnos, como los chimpancés.



Aug 6, 2011

Centro para Simios

Ella pesó alrededor de 3.5 kilos al nacer. A los 15 años ya había crecido en su totalidad y  ahora pesa 70 kilos. Tiene manos largas, brazos y piernas fuertes y un hermoso pelo color rojizo. Esta podría ser la descripción de cualquier modelo de revista, y, ¡lo es!  Pebbles es una pequeña hembra orangután que trabajó durante su niñez haciendo comerciales y  shows en Hollywood hasta que su entrenador se la entregó al Centro para Simios, un santuario ubicado en un pueblo escondido en la mitad de Florida, USA llamado Wauchula.


Pebble
Acompañando a Pebbles, hay otros 43 simios en el santuario entre orangutanes y chimpancés. Varios de ellos también retirados del negocio del entretenimiento. Cuando estos animales son preadolescente, su cara es rosada y tiene esa adorable mirada que la mayoría de bebes mamíferos tienen cuando pequeños. Sin embargo, todos los animales crecen y cuando los simios lo hacen, su cara se oscurece, el pelo engruesa y crecen barba y hasta grandes almohadillas en las mejillas en el caso de los orangutanes. Es decir, ya no parecen las criaturas adorables que los shows quieren mostrar o simplemente son demasiado grandes y costosos para mantener como mascotas. En consecuencia, muchos de ellos terminan encerrados en jaulas en los garajes de casas o regalados a circos que los mantienen en condiciones deplorables.

Este es el caso de varios orangutanes y chimpancés en el santuario. Después de servir haciendo shows o como mascotas por unos años, fueron a parar a jaulas demasiado pequeñas por varios años donde no podían ni siquiera pararse y a consecuencia de esto varios de ellos tienen músculos atrofiados. Una vez llegan al santuario estos animales comparten con su especie por primera vez en sus vidas, y aunque no están completamente libres, viven entre la vegetación en “catedrales” conectadas por puentes de varios kilómetros de largo. Como varios de ellos llegan al santuario alrededor de la adolescencia, este se convierte en su hogar por 30 a 40 años.

Durante mi visita al santuario fue evidente la protección exclusiva a los animales.  El lugar no está abierto al público; solo es permitida la visita de miembros  que tengan permiso especial de la coordinadora del centro, quien da un tour personal a los visitantes. Durante este recorrido fue que tuve la oportunidad de ver a los animales de cerca y ver la interacción entre todas las especies de primates incluyendo los humanos.

Ellie
Algo destacable de mi visita fue la similitud en el comportamiento entre estos animales y los humanos, especialmente con mi hijo de 2 años quien me acompañó a la visita. Absolutamente todos los animales del centro están más acostumbrados a los humanos  que a otros animales, y no demoran en hacerlo saber cuando tienen visita. Todos quieren llamar la atención y hacen lo posible por lograrlo: hacen sonidos incesantes con los labios, gritan, se cuelgan de las ramas y se columpian entre tiras de tela colgadas de los árboles. No todos los animales comparten los mismos espacios, especialmente los machos orangutanes solo pueden convivir con hembras y rechazan a los machos jóvenes una vez estos maduran. Por esta razón, su repertorio debe destacarse, para que los humanos se acerquen a mirarlos.

Los animales muestran una curiosidad típica de una mente inteligente. Si extendía mi mano cerrada a un lado, todos la seguían y esperaban ansiosos que la abriera para ver que escondía. De la misma manera, mi hijo desesperadamente buscaba abrir mi mano para descubrir que tenía una semilla de palma que solo le gusta a los chimpancés y desilusionado irse a jugar con un gato que andaba por ahí. Si a algún animal se le regala un juguete, una fruta, o se les da más atención, los demás exigen el mismo trato y hacen un repertorio parecido a un niño pataleando hasta que se arregla la injusticia.  La coordinadora del centro sabe esto muy bien, y en su recorrido para en cada catedral a distribuir caricias; todos los animales bajan de las partes altas a saludarla, y por supuesto, a señalar al visitante de 2 años que les parece más curioso que los adultos.

Igual que nosotros, al resto de primates les gusta complacer, pero la mayoría responde mejor si tienen un incentivo inmediato. Los técnicos del centro se valen de esta propiedad para entrenarlos, y en general, para lograr convivir con ellos. Frente a mis ojos, una muchacha que pasaba al frente de un orangután con fresas, le dijo que fuera a arreglar el chorro de agua que estaba haciendo mucho ruido. El orangután no se movió, pero la siguiente frase fue, te doy una fresa si lo haces. En menos de 10 segundos, este animal de más de 100 kilos se colgó de unas ramas, saltó a la baranda donde estaba saliendo el chorro de agua, sacó un palo que el mismo habia metido en la manguera (le gusta el sonido del agua al caer), y volvió a nosotros a recibir su recompensa. Algunos de ellos entienden el lenguaje humano perfectamente, por ejemplo Noelle, una chimpancé retirada de un laboratorio de investigación le comunica a los voluntarios que quiere para almorzar, pide que le alcancen flores y frutas que ella no alcanza y les muestra los pájaros que cantan alrededor  ya que domina un lenguaje humano de señas. Aunque su lenguaje es bastante reducido es bastante efectivo, tanto asi, que la gente que la cuida aprendió el lenguaje sólo para entenderle.


Aunque no tienen el sistema lingüístico complejo que permite expresar un número infinito de  pensamientos y situaciones, los chimpancés, orangutanes y el resto de simios comparten la capacidad de mantener estructuras sociales tan dinámicas y complejas como las de los humanos. En particular, la formación de jerarquías, la necesidad de atención y de pertenecer, el deseo de poder y de cuidar son características tan evidentes en los simios como en la raza humana a lo largo del planeta.

Pongo
Al salir del centro, tuve un sentimiento agridulce. Por un lado, es bastante triste aprender sobre la vida confinada que estos animales han tenido, y además saber si van a  estar allí
en cautiverio por el resto de sus vidas. Por otro lado, estar en la presencia de animales es una experiencia inigualable. Compartir con estos animales por unos días su estilo de vida, su jerarquía social, sus gustos y su fantástica inteligencia fue una experiencia inmensamente enriquecedora. Las bases de la naturaleza humana son evidentes en estas maravillosas criaturas; al fin y al cabo, compartimos más del 98% de los genes con los chimpancés y nuestro ancestro común vivió hace sólo 5 millones de años. Si aprendemos más sobre estos animales, aprenderemos más sobre nosotros mismos.


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