Diagrama del aparato para medir altruismo |
La afirmación que dice que “los humanos son malos por naturaleza” es una de esas creencias difíciles de refutar. Aunque es verdad que la historia de la humanidad está manchada por guerras y atrocidades; también es verdad que los humanos son el grupo social más extenso y complejo del planeta. Los humanos coexisten en todos los espacios posibles y bajo las condiciones más variadas, relativamente en continua paz. Las expresiones de empatía son actividades normales del día a día y el sufrimiento del otro es, por lo general, intolerable, y el peor castigo para un humano es privarlo del contacto de otros de su especie. Estos ejemplos resumen una naturaleza que, a pesar de los conflictos, siempre necesita una comunidad, trata de mantener un ambiente pacífico y busca el retorno a la armonía.
Desafortunadamente, la ciencia se ha ocupado en la mayoría de los casos por probar las ideas originales del homo homini lupus (el hombre es lobo para el hombre), en vez de estudiar los mecanismos de reconciliación y tolerancia. Como cualquier otra característica en los humanos, el comportamiento pude ser estudiado en un contexto evolutivo y la manera de empezar a entender nuestra naturaleza es mirar sus orígenes en los otros primates de hoy, y en particular en los chimpancés y bobonos.
En cuanto a los chimpancés, las historias anecdóticas de algunos investigadores demuestran que igual que los humanos, hay grandes expresiones de colaboración y tolerancia entre los miembros de un grupo. Sin embargo, estudios controlados reafirman la fama de los chimpancés en cuanto a que son indiferentes hacia el bienestar de su clase. En la mayoría de experimentos en los que se examina el comportamiento prosocial de los chimpancés, estos fallan en reconocer las necesidades de los otros, a menos que haya comunicación directa solicitando ayuda. Por el contrario, los bobonos, otro género de simios también cercano a los humanos, muestran una “generosidad impresionante”. De estos animales es que se dice que aprendimos a “hacer el amor y no la guerra” por su característica manera de convivir en medio de afectos físicos. Inclusive los micos capuchines, tamarins y macaques, que son mucho más lejanos a los humanos en escala evolutiva, también demuestran un sentido de altruismo significativo en el mismo tipo de experimentos.
Los humanos se encuentran en la cima cuando de colaboración se trata: es común que los humanos ayuden a sus semejantes (y a otras criaturas) sin recibir nada a cambio, y en ocasiones en contra de su propio bienestar. Entonces, ¿por qué los chimpancés parecen estar en tan desacuerdo? Algunos sugieren que esta es una característica exclusivamente humana y corresponde a una decisión racional en la que si hay un beneficio de ayudar al otro es porque a cambio se recibe prestigio, admiración y otros beneficios sociales. Sin embargo, otros científicos proponen que el altruismo humano es una continuación de un comportamiento básico presente en otros animales (por ejemplo en la relación madre-hijo), que está más desarrollado en primates y que los humanos han perfeccionado al punto en que vivimos hoy.
Las observaciones anecdóticas son abundantes. Por ejemplo hay videos de chimpancés ayudando a niños en los zoológicos y Jane Goodall, una reconocida primatóloga que ha estudiado simioss en Gombe, Tanzania por las de 45 años, llenó libros completos con sus observaciones de chimpancés ayudando a otros en la selva. Sin embargo, en la comunidad científica estas anécdotas sirven para originar las preguntas, pero los experimentos controlados son necesarios para obtener conclusiones contundentes. Con un método modificado de la mayoría de estudios, Frans De Waal y su equipo de Yerkes National Primate Center en un artículo reciente publicado en PNAS muestra por primera vez evidencia de la naturaleza cooperativa y altruista en los chimpancés.
La manera tradicional de examinar este tipo de comportamiento en los primates es mediante un aparato complejo en el que el animal tiene que oprimir un botón o palanca que significa “decisión egoísta” para recibir un premio, y otro botón para la “decisión solidaria” en la que ambos, el protagonista y su compañero reciben un premio. Usualmente los animales se encuentran separados por barreras de vidrio o a varios metros de distancia y les es imposible interactuar. Este paradigma ha probado ser muy complicado ya que una vez el animal escoge uno de los botones, es difícil que cambien su preferencia. Esto ocurre debido a que él siempre recibe un premio independiente del botón que oprima, y como no está en contacto con su compañero, las consecuencias de sus decisiones no parecen importarle.
El método alternativo de de Waal consiste en que los chimpancés reciben un balde llenos de 30 monedas de dos colores: 15 de un color que significa “decisión egoísta” y 15 de otro color que significa “decisión solidaria“. Después, el investigador le pide una moneda al chimpancé protagonista y dependiendo del color escogido, él solo, o él y su compañero que está sentado junto a él (aunque separados solo por una malla) reciben un premio que está envuelto en un papel celofán que suena al ser manipulado. De esta manera, el método asegura que ambos animales pueden comunicarse, y ambos ven (y escuchan) las consecuencias de las decisiones del que escoge la moneda. La idea de envolver los premios comestibles ayudan a que los animales no estén distraídos por la presencia de un comestible al tomar la decisión de la moneda.
Después de modificar el diseño del método para examinar a los chimpancés, fueron tenidos en cuenta otros factores que influencian significativamente el comportamiento de los animales, como el rango social, familiaridad del compañero, y previa experiencia. En conclusión, los investigadores encontraron que cuando las decisiones requieren el mismo esfuerzo, los chimpancés deciden ser solidarios la mayoría de las veces. Sin embargo, el comportamiento del compañero que recibe tiene una influencia determinante en la decisión del protagonista. Así, si el compañero llama la atención con sonidos o mirando pasivamente, su probabilidad de obtener un premio (67%) es mucho más altas que si su comportamiento es neutral (60%). Sin embargo, si el compañero actúa más agresivamente como extendiendo su mano para rogar, tirando papeles o haciendo piruetas, el chimpancé protagonista toma la decisión más egoísta el 55% de las veces. Es decir, ambos chimpancés entienden perfectamente las consecuencias de la elección de las monedas, y además el chimpancé con el poder de escoger responde de una manera negativa a la presión del compañero. Mi interpretación antropológica, la cual hayo bastante oportuno en este caso, es que si el chimpancé decide compartir, es por la pura generosidad y al ser presionado, le quita buenas intenciones intrínsecas al protagonista. Otra alternativa, es que simplemente es molesto tener a alguien rogando por comida al lado.
Esta investigación demuestra que los paradigmas que se usan para estudiar el comportamiento animal son cruciales para encontrar resultados claros. Para poder realizar buenos experimentos en comportamiento es necesario tener en cuenta todos los parámetros posibles y tratar de pensar cómo lo hace el animal y no como lo haría un humano, pero ya que esto es imposible, la sensibilidad de los investigadores y los años de experiencia compartiendo con la especie pueden hacer grandes diferencias.
Los resultados de esta investigación demuestran que existe una naturaleza solidaria en los chimpancés contraria a la creencia común que a estos animales no les importa el bienestar de los otros. Si es cierto que las motivaciones principales son el territorio, la comida y el sexo; pero es imposible ignorar que, al igual que los humanos, son animales sociales, cooperativos, sensibles a la injusticia y la mayoría de las veces, pacíficos. Al parecer, esas características no son exclusivas de nuestra especie, sino que, como propone de Waal, si bien los humanos son los maestros de la cooperación, esto ocurre porque lo perfeccionaron de bases altruistas existentes en otros animales. Es hora de que la suposición acerca de la naturaleza humana que es comúnmente usada en debates de sociedad y política, sea validada por la investigación biológica y en vez de repetir a Hobbes en que “el hombre es un lobo para el hombre”, empecemos a aceptar que también es nuestra naturaleza el reconciliarnos y ayudarnos, como los chimpancés.