Aug 6, 2011

Centro para Simios

Ella pesó alrededor de 3.5 kilos al nacer. A los 15 años ya había crecido en su totalidad y  ahora pesa 70 kilos. Tiene manos largas, brazos y piernas fuertes y un hermoso pelo color rojizo. Esta podría ser la descripción de cualquier modelo de revista, y, ¡lo es!  Pebbles es una pequeña hembra orangután que trabajó durante su niñez haciendo comerciales y  shows en Hollywood hasta que su entrenador se la entregó al Centro para Simios, un santuario ubicado en un pueblo escondido en la mitad de Florida, USA llamado Wauchula.


Pebble
Acompañando a Pebbles, hay otros 43 simios en el santuario entre orangutanes y chimpancés. Varios de ellos también retirados del negocio del entretenimiento. Cuando estos animales son preadolescente, su cara es rosada y tiene esa adorable mirada que la mayoría de bebes mamíferos tienen cuando pequeños. Sin embargo, todos los animales crecen y cuando los simios lo hacen, su cara se oscurece, el pelo engruesa y crecen barba y hasta grandes almohadillas en las mejillas en el caso de los orangutanes. Es decir, ya no parecen las criaturas adorables que los shows quieren mostrar o simplemente son demasiado grandes y costosos para mantener como mascotas. En consecuencia, muchos de ellos terminan encerrados en jaulas en los garajes de casas o regalados a circos que los mantienen en condiciones deplorables.

Este es el caso de varios orangutanes y chimpancés en el santuario. Después de servir haciendo shows o como mascotas por unos años, fueron a parar a jaulas demasiado pequeñas por varios años donde no podían ni siquiera pararse y a consecuencia de esto varios de ellos tienen músculos atrofiados. Una vez llegan al santuario estos animales comparten con su especie por primera vez en sus vidas, y aunque no están completamente libres, viven entre la vegetación en “catedrales” conectadas por puentes de varios kilómetros de largo. Como varios de ellos llegan al santuario alrededor de la adolescencia, este se convierte en su hogar por 30 a 40 años.

Durante mi visita al santuario fue evidente la protección exclusiva a los animales.  El lugar no está abierto al público; solo es permitida la visita de miembros  que tengan permiso especial de la coordinadora del centro, quien da un tour personal a los visitantes. Durante este recorrido fue que tuve la oportunidad de ver a los animales de cerca y ver la interacción entre todas las especies de primates incluyendo los humanos.

Ellie
Algo destacable de mi visita fue la similitud en el comportamiento entre estos animales y los humanos, especialmente con mi hijo de 2 años quien me acompañó a la visita. Absolutamente todos los animales del centro están más acostumbrados a los humanos  que a otros animales, y no demoran en hacerlo saber cuando tienen visita. Todos quieren llamar la atención y hacen lo posible por lograrlo: hacen sonidos incesantes con los labios, gritan, se cuelgan de las ramas y se columpian entre tiras de tela colgadas de los árboles. No todos los animales comparten los mismos espacios, especialmente los machos orangutanes solo pueden convivir con hembras y rechazan a los machos jóvenes una vez estos maduran. Por esta razón, su repertorio debe destacarse, para que los humanos se acerquen a mirarlos.

Los animales muestran una curiosidad típica de una mente inteligente. Si extendía mi mano cerrada a un lado, todos la seguían y esperaban ansiosos que la abriera para ver que escondía. De la misma manera, mi hijo desesperadamente buscaba abrir mi mano para descubrir que tenía una semilla de palma que solo le gusta a los chimpancés y desilusionado irse a jugar con un gato que andaba por ahí. Si a algún animal se le regala un juguete, una fruta, o se les da más atención, los demás exigen el mismo trato y hacen un repertorio parecido a un niño pataleando hasta que se arregla la injusticia.  La coordinadora del centro sabe esto muy bien, y en su recorrido para en cada catedral a distribuir caricias; todos los animales bajan de las partes altas a saludarla, y por supuesto, a señalar al visitante de 2 años que les parece más curioso que los adultos.

Igual que nosotros, al resto de primates les gusta complacer, pero la mayoría responde mejor si tienen un incentivo inmediato. Los técnicos del centro se valen de esta propiedad para entrenarlos, y en general, para lograr convivir con ellos. Frente a mis ojos, una muchacha que pasaba al frente de un orangután con fresas, le dijo que fuera a arreglar el chorro de agua que estaba haciendo mucho ruido. El orangután no se movió, pero la siguiente frase fue, te doy una fresa si lo haces. En menos de 10 segundos, este animal de más de 100 kilos se colgó de unas ramas, saltó a la baranda donde estaba saliendo el chorro de agua, sacó un palo que el mismo habia metido en la manguera (le gusta el sonido del agua al caer), y volvió a nosotros a recibir su recompensa. Algunos de ellos entienden el lenguaje humano perfectamente, por ejemplo Noelle, una chimpancé retirada de un laboratorio de investigación le comunica a los voluntarios que quiere para almorzar, pide que le alcancen flores y frutas que ella no alcanza y les muestra los pájaros que cantan alrededor  ya que domina un lenguaje humano de señas. Aunque su lenguaje es bastante reducido es bastante efectivo, tanto asi, que la gente que la cuida aprendió el lenguaje sólo para entenderle.


Aunque no tienen el sistema lingüístico complejo que permite expresar un número infinito de  pensamientos y situaciones, los chimpancés, orangutanes y el resto de simios comparten la capacidad de mantener estructuras sociales tan dinámicas y complejas como las de los humanos. En particular, la formación de jerarquías, la necesidad de atención y de pertenecer, el deseo de poder y de cuidar son características tan evidentes en los simios como en la raza humana a lo largo del planeta.

Pongo
Al salir del centro, tuve un sentimiento agridulce. Por un lado, es bastante triste aprender sobre la vida confinada que estos animales han tenido, y además saber si van a  estar allí
en cautiverio por el resto de sus vidas. Por otro lado, estar en la presencia de animales es una experiencia inigualable. Compartir con estos animales por unos días su estilo de vida, su jerarquía social, sus gustos y su fantástica inteligencia fue una experiencia inmensamente enriquecedora. Las bases de la naturaleza humana son evidentes en estas maravillosas criaturas; al fin y al cabo, compartimos más del 98% de los genes con los chimpancés y nuestro ancestro común vivió hace sólo 5 millones de años. Si aprendemos más sobre estos animales, aprenderemos más sobre nosotros mismos.


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